Red de Caminos
Naturales
Etapa 3: Ermita de San Lorenzo a Peralejo de las Truchas
Descripción
Por el cañón del río Tajo
El viaje que se lleva a cabo durante esta etapa recorre el cañón del río Tajo, correspondiente al curso alto del mismo. El desfiladero y los riscos que conforman las hoces del curso fluvial, así como la flora y la fauna que se asienta en ellos, es objeto de protección por el LIC y ZEC Alto Tajo y la ZEPA del mismo nombre, lo que pone de manifiesto el alto valor ecológico de estos parajes.
La tercera etapa del camino natural comienza en un área recreativa, dotada con mesas y bancos, junto a la ermita de San Lorenzo. Sigue por la cuesta de Sarguillas a través de un pedregoso camino rodeado de sabinas (Juniperus sabina). Las duras condiciones climatológicas con fríos inviernos y temperaturas muy elevadas en los meses de estiaje configuran un típico paisaje caracterizado por sabinares y pinares.
El sendero continúa hasta el final del barranco de Las Sarguillas y se adentra en el paraje de El Navazo, donde domina el pino albar o silvestre (Pinus sylvestris) en detrimento de las sabinas que quedan relegadas a las zonas de mayor exposición al sol.
Después de varios kilómetros el itinerario alcanza un claro, en el que se emplaza un mirador desde donde se observa la garganta del río de la Hoz Seca. La majestuosidad de las vistas permite deleitarse tanto en el modelado que ha tallado el curso fluvial como en la vegetación que se presenta en las laderas.
El recorrido desciende hasta la orilla del cauce en unos veinte minutos por un trazado zigzagueante y con cierta pendiente. En las márgenes del río se asienta una rica vegetación ripícola y especies que se desarrollan en zonas de umbría como el acebo (Ilex aquifolium). El río de la Hoz Seca se atraviesa mediante una pasarela de madera, tras la cual aparece un cruce; la vía gira hacia la izquierda hasta llegar a una antigua herrería, donde se solapa con una amplía pista conocida como el Camino de Peralejos.
Desde el punto anterior, la travesía sigue rumbo al noroeste sin grandes desniveles entre cortados rocosos; se salvan tres arroyos y unos metros más adelante del último se encuentra una confluencia de caminos donde está ubicada la ermita de Ribagorda. Las panorámicas que rodean la ermita son extraordinarias, se divisan: las rochas de Belvalle rematadas por los farallones pétreos del Machorro y el Poyal de los Corzos, las dos muelas Pinariegas, las hoces del Tajo y el imponente barranco de los Encarcelados.
A partir de la ermita, el itinerario cambia de dirección hacia el oeste, con destino al paraje de las Quebrantadas. En la siguiente bifurcación el rumbo vira al noroeste hasta que intersecta un camino con el que se solapa durante un largo trecho. En una cerrada curva la trayectoria dobla al suroeste para en la siguiente disociarse del camino girando hacia el norte.
La ruta prosigue hasta atravesar un arroyo y llegar a un hotel. Los últimos kilómetros de este tramo son paralelos al cauce del río Tajo por su margen derecha y están repletos de balcones naturales desde los que poder contemplar tanto los meandros como los riscos y cortados que se desarrollan en este territorio.
Junto a los edificios de alojamiento se sitúa un parking desde el que parte un sendero que en pocos metros llega a una presa emplazada en el río Tajo, dotada de escala de peces. Dejando atrás las infraestructuras hoteleras, la ruta sigue hasta una confluencia donde tuerce hacia la derecha, en poco más de un kilómetro se vislumbran las casas de Peralejos de las Truchas, donde finaliza esta etapa.
Perfil
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Información adicional
La vida en los cortados
El águila real (Aquila chrysaetos) es la más grande de las águilas ibéricas, y sus territorios se sitúan de forma lineal siguiendo los cursos de los ríos de la zona, alternándose en ocasiones con los del águila perdicera (Hieraaetus fasciatus), especie con la que mantiene una clara competencia.
El águila perdicera es algo más pequeña que el águila real y comparte la querencia por los cortados rocosos para ubicar su nido. Frecuentemente instala su hogar en la proximidad de alguna de las múltiples colonias de buitre leonado (Gyps fulvus). Muy sensible a las molestias humanas durante la nidificación y con una elevada mortandad juvenil, esta bella rapaz está viendo disminuir alarmantemente sus poblaciones.
El alimoche (Neophron percnopterus) es una especie migradora y de hábitos carroñeros, que comparte la comida con los buitres pero, a diferencia de estos, no se agrupa en colonias, sino que cada pareja tiene su propio territorio.
El carroñero más típico y abundante del área es el buitre leonado (Gyps fulvus). Sus hábitos coloniales les llevan a ubicar sus nidos de forma próxima unos a otros, en los cantiles calizos, formando las conocidas “buitreras”.
En definitiva, se puede decir que existe una amplia comunidad faunística dentro del Espacio Natural del Alto Tajo, como lo atestigua la presencia de más de 200 especies diferentes. El que estén presentes y bien representados todos los eslabones de la cadena trófica, indica que se trata de una comunidad estable y con un elevado número de nichos ecológicos.
La ermita de San Lorenzo
En esta ermita se celebra, el 10 de agosto, la “festividad de San Lorenzo”. Pasada la rambla de La Sarguilla, hasta aquí acuden todos los checanos para celebrar esta romería al lado del santo. Se señala este punto como uno de los parajes de menor contaminación lumínica de toda la Península, y desde los que mejor se pueden observar el fenómeno de Las Perseidas (gran lluvia de meteoros), popularmente conocidas como las lágrimas de San Lorenzo
El Señorio de Molina
El Real Señorío de Molina fue un señorío medieval establecido en torno a la villa de Molina de Aragón. Surgió por la reconquista de una pequeña taifa musulmana en el siglo XII. Fue fundado como señorío independiente entre los reinos de Castilla y de Aragón por Manrique Pérez de Lara en 1138. Desde 1321 el título de Señor de Molina quedó ligado a los reyes de Castilla primero, y a los de España, después. Mantuvo el fuero (leyes propias de una ciudad y su territorio) hasta su abolición en 1813.
Este Señorío, al igual que las otras comunidades de villa y tierra castellanas, estaba organizado en torno a una villa principal, en este caso Molina, rodeada por tierras y aldeas que se dividían sexmas, cuatro en este caso en lugar de las seis más habituales (la sexma hacía referencia a una sexta parte de un territorio). Estas sexmas eran la del Campo, la del Pedregal, la del Sabinar y la de la Sierra. A su vez, cada sexma se dividía en unas veinte veintenas, que correspondían a cada una de las aldeas de la sexma y sus tierras. Cada una de las aldeas, a su vez, se dividía en cinco quiñones, unidades de reparto de tierras para su aprovechamiento por los aldeanos. La sexma de la Sierra es la más meridional y comprende los pueblos que se sitúan en la zona del Alto Tajo.