Red de Caminos
Naturales
Etapa 11: Mantiel a Alocén
Descripción
La senda de los olivos
Los olivares ocupan desde hace más de 600 años, gran parte de los plantíos del Tajo. La dificultad de mecanización de los bancales cultivados, la emigración y la escasez de mano de obra disponible en el medio rural, han propiciado el abandono de la explotación de estas fincas.
La etapa comienza en la parte baja de la localidad de Mantiel, junto al panel que marca el inicio de la misma. El camino avanza entre antiguas casas y un muro de piedra flanquea el sendero por su parte izquierda; a la derecha encontramos terrazas de olivos, manzanos, cerezos y otros frutales.
El camino asciende poco a poco, mostrando unas fantásticas vistas del embalse de Entrepeñas. Las fincas de olivos, abandonadas hace algunos años, guardan las siluetas de los árboles que antaño produjeron kilos y kilos de aceitunas.
Durante este primer tramo de la etapa, el camino natural comparte trazado con un sendero local, por lo que es frecuente encontrar marcas de color verde y blanco sobre árboles y rocas. El bosque que rodea el sendero está dominado por el pino carrasco (Pinus halepenis), que acoge bajo sus ramas un sotobosque de jaras (Cistus sp.) y romeros (Rosmarinus officinalis). Llegado a este punto, el camino llega a un ensanchamiento y se convierte en una senda. Durante unos 100 m el recorrido aprovecha la vereda, pero rápidamente se incorpora a una pista algo más ancha por la que continúa el trazado.
Se ha de estar atento a la señalización durante este tramo, pues el itinerario abandona la pista por un estrecho sendero que aparece a su derecha.
De manera vertiginosa, protegido por un moderno y cuidado vallado, el camino prosigue hasta la localidad de Chillarón del Rey. Durante el descenso pueden observarse cientos de cristales de mica, mineral caracterizado por su fácil exfoliación en delgadas láminas flexibles, elásticas y muy brillantes.
En camino natural deja atrás la localidad de Chillarón por la calle Mayor, que entre arbustos y nogales (Juglans regia) llega a la ermita de San Roque junto a la cual se encuentran un panel informativo del sendero de gran recorrido y un área de descanso.
Una señal advierte que desde aquí, el sendero comparte trazado con la carretera, pero la confluencia apenas dura 300 m, momento en el que el camino cruza la carretera de La Puerta y se introduce en una finca de olivos.
El camino asciende por la ladera rodeado de encinas (Quercus ilex) y quejigos (Quercus faginea). Tras una vaguada, el sendero se hace más cómodo y desaparece la pendiente casi por completo.
Después de un rápido descenso, el trazado llega a la carretera N-204. Paralelo a la calzada, el Camino se acerca a la orilla del embalse de Entrepeñas.
En este punto la etapa se interrumpe por coincidir su trazado con el puente de Pareja, y se reanuda una vez salvado el viaducto, en la orilla contraria, donde el Camino gira a la izquierda y avanza bordeando las aguas del embalse hasta llegar a la carretera GU-999. Se recomienda al usuario realizar este tramo en vehículo por motivos de seguridad. El caminante transita en este tramo por el Lugar de Importancia Comunitaria (LIC), Zona Especial de Conservación (ZEC) y la Zona de Especial Protección para Aves (ZEPA) de igual nombre: Sierra de Altomira.
El recorrido continúa unos cientos de metros por la calzada para, en una curva, abandonar el asfalto y tomar un camino estrecho que asciende por el bosque. En poco tiempo aparece una pista de mayor entidad por la que el camino natural llega a la localidad de Alocén, meta final de etapa.
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Información adicional
Alternativas a la agricultura
Mantiel y su entorno no gozaba de unas condiciones benévolas para la agricultura, y la actividad era de escasa productividad, a pesar de que sus tierras eran bañadas por el Tajo.
No obstante, supo suplir sus carencias y aprovechar la abundancia de aguas curativas para convertirse en lugar de retiro para clérigos y reyes. Alfonso VIII consolidó el dominio sobre la zona a partir de 1177 y, desde entonces, la comarca se articuló económicamente gracias a la antigua “Ruta de la Lana”, una de las principales arterias comerciales de la Edad Media. Pese a su distancia perteneció al común de Cuenca, ciudad a la que se le concedieron extensos dominios para mantener su lucha con los musulmanes. La zona termino de conformarse durante la Edad Moderna, creándose la estructura definitiva de la villa en el siglo XVII.
Los Borbones se fijaron en la zona e instalaron baños tanto en Trillo como en Sacedón (poblaciones equidistantes a Mantiel); reconocidos como reales sitios, se construyeron en ellos jardines y estancias de alto valor para el descanso. En Mantiel también se terminó estableciendo un balneario para clases sociales no tan altas.
El olivo y el aceite
Los olivares ocupaban gran parte de los plantíos del Tajo, estando presentes en la comarca desde hace más de 600 años.
Representaron una pieza fundamental en la economía de la zona, destinándose el aceite, además de para autoconsumo, al comercio con el resto de los pueblos de la Penillanura y de ambas Castillas.
Este comercio produjo un crecimiento continuo de las fincas dedicadas al cultivo de los olivos, a la par que los nuevos tiempos determinaban su especialización. Así, a mediados del siglo XX, el olivar se mezclaba con los frutales, e incluso en algunos pueblos, dominaba los bancales y los cotos.
Con todo, al tratarse de un cultivo trabajoso, y pese a las rentas obtenidas de su comercio, se vio notablemente afectado por la emigración. Al igual que el resto de los cultivos que ocupaban los bancales, se fueron abandonando o descuidando por falta de mano de obra y por la imposibilidad física de mecanizar las tareas.
La encina
La encina representa todo un símbolo de adaptación al clima de la Península Ibérica. Sus hojas son duras y gruesas, de color verde oscuro en el haz y blanquecinas en el envés. Cuando los ejemplares son jóvenes sus hojas están armadas con pinchos para evitar que los hervíboros se las coman.
No suele alcanzar portes considerables, aunque en esta comarca aparecen ejemplares de buen tamaño.
El monte bajo de las laderas, donde el encinar se degrada, alberga multitud de plantas aromáticas que son el germen de la famosa miel de la Alcarria.