Red de Caminos
Naturales
Etapa 3: Barlovento – Santo Domingo de Garafía
Descripción
Explorando el norte de la isla entre barrancos y dragos
Exigente etapa de casi 30 km de longitud que recorre el abrupto norte de la isla de La Palma, desde la localidad de Barlovento hasta Santo Domingo de Garafía. En ella se suceden los barrancos y los espacios naturales protegidos, estando representadas multitud de formaciones vegetales, entre las que destacan las masas de laurisilva, los cardonales y los numerosos ejemplares de drago (Dracaena draco) que fueron un importante motor económico de estos valientes pobladores hasta no hace muchos años.
La tercera etapa del GR-130 del Camino Natural de La Palma comienza en la localidad de Barlovento, concretamente en la rotonda entre las carreteras LP-1 y LP-109. En esta localidad destaca el ayuntamiento y la iglesia de Ntra. Sra. del Rosario, además de la antigua óptica del Faro de Barlovento, ubicada junto a estos edificios.
Una vez disfrutado de una visita a Barlovento, comienza esta larga y dura etapa de casi 30 km que atraviesa el norte de la isla de La Palma. El recorrido se inicia por la carretera LP-1, por lo que se recomienda extremar las precauciones. Después de un leve giro, antes de completar el primer kilómetro, se toma la pista asfaltada a la derecha, flanqueada por viviendas y pequeños huertos. Poco después, la pista gira bruscamente a la izquierda y se convierte en un camino de tierra.
Después de un tramo serpenteante a media ladera, empiezan a aparecer los primeros dragos (Dracaena draco), emblemáticas plantas de la zona. Se alcanzan las primeras viviendas del barrio de La Tosca, que hace palpable la fortaleza de los habitantes del norte de la isla, asentados en este medio hostil. Esta zona, que no tuvo carreteras asfaltadas hasta mediados del siglo pasado, vivía principalmente de la venta de las hojas de drago para cestería tradicional, hecho que ha motivado la abundancia de esta especie en la zona.
El recorrido avanza por la pista asfaltada que da acceso a este barrio, hasta alcanzar la Fuente de La Tosca, utilizada antaño también como lavadero. Al llegar a la fuente, se toma la pista de la derecha, descendiendo según indica la señalización de Caminos Naturales.
Más adelante, tras un nuevo desvío a la izquierda, el itinerario va perdiendo anchura y se convierte en una senda con firme empedrado, aumentando su atractivo botánico. Aquí, atraviesa una pequeña zona donde se entremezclan especies propias de la laurisilva con brezales, creando un encantador ambiente en este Barranco de Topaciegas, zambullendo al senderista en el LIC Monteverde de Gallegos-Franceses.
En esta dura etapa del norte de La Palma, se suceden los barrancos, siendo ahora el turno del Barranco de la Vica, conocido por su interesante flora, similar a la anterior. Al llegar a las primeras viviendas de La Palmita, después de casi cuatro kilómetros de etapa, aparece una típica cruz decorada que recibe al viajero al cruzar esta barriada. Es momento de afrontar un pronunciado descenso que conduce al fondo del Barranco de Gallegos, adentrando al viajero en la Reserva Natural Especial de Guelguén. Tras este descenso, como no podía ser de otra forma en esta etapa, se debe afrontar el ascenso, zigzagueando ocasionalmente con el único fin de suavizar la pendiente a superar.
Poco antes de completar los seis primeros kilómetros de la etapa, se alcanza el barrio de Gallegos, con las viviendas del Lomo de la Crucita en primer lugar y en paralelo las casas del Lomo de la Cancela, siendo ambos buena muestra de la dificultad de habitar estas tierras.
El camino continúa acercándose a la costa con un pronunciado descenso alcanzando el Mirador de Gallegos, también conocido como Mirador del Lomo de la Cancela. Desde aquí, es posible disfrutar, además de una espectacular panorámica de la costa de la isla y del océano Atlántico, de los restos del antiguo embarcadero de Gallegos, por el que se abastecía en el pasado a estas poblaciones. Las mercancías se transportaban por las empinadas pendientes hasta los núcleos urbanos.
Avanzando por esta dura etapa, se suceden los zigzagueos de subida y bajada por el Barranco de Melchor Pérez y a continuación por el Barranco de Franceses. A lo largo del recorrido, la brisa húmeda del océano Atlántico ayudará a recuperar el aliento a los senderistas menos experimentados.
A medida que avanza, el trazado se ensancha y la pendiente se suaviza ligeramente al alcanzar la primera vivienda de uno de los barrios que conforman Franceses. Tras un pequeño zigzagueo se alcanza la pista principal asfaltada que permite al viajero recuperar fuerzas mientras atraviesa el barrio más poblado de los Franceses. Se supera un nuevo barrio, más pequeño, perteneciente a los Franceses, para continuar la etapa por el conocido como Camino de la Fajana, de gran anchura y buen firme. Tras una serie de curvas, abandona temporalmente la pista por una senda a la derecha que, tras varios zigzagueos, vuelve a tomar la pista principal.
Justo antes de afrontar el último tramo de descenso hacia los campos de plataneras que preceden a la población de La Fajana, el itinerario gira bruscamente a la izquierda, por lo que, si el senderista quiere visitar esta pequeña población, la playa de Franceses y los restos de lo que fue el antiguo puerto, debe hacerlo por su cuenta.
A continuación, se desciende al fondo del Barranco de los Hombres, para afrontar inmediatamente después una vertiginosa y dura ascensión. Al superar las rampas más exigentes se adentra el senderista en el Paisaje Protegido El Tablado, preámbulo de la población que le da nombre. El corto recorrido por esta pequeña localidad, es un momento perfecto para tomarse un respiro disfrutando de sus construcciones tradicionales y de sus pequeños huertos donde destaca el cultivo de la afamada papa canaria.
Recobrado el aliento se afronta el siguiente descenso, en esta ocasión es el turno del Barranco Fagundo, que tras visitar su fondo se inicia un nuevo tramo de ascensión. La orografía da un respiro al senderista pasando junto al Mirador de La Calzada, alcanzando un puñado de viviendas dispersas, antesala del último tramo del itinerario antes de alcanzar definitivamente la población de Don Pedro.
Después de dejar atrás la pequeña población, el sendero atraviesa varios barrancos menores, adentrándose en el LIC Monteverde de Don Pedro-Juan Adalid. Aquí aparecen pequeñas representaciones de laurisilva, como bien indica la denominación de monteverde, para después comenzar una transición vegetal provocada por una mayor insolación y una menor precipitación que conducirá a un mayor protagonismo de los cardonales.
Entre tanto se continúan sumando kilómetros hasta alcanzar el cruce con la pista asfaltada del Parque Eólico Juan Adalid, donde la señalización indica al senderista que se encuentra ante los seis últimos kilómetros de esta espectacular y al mismo tiempo exigente etapa. A partir de aquí se enfrentará a un descenso zigzageante por el Barranco de Domingo Díaz, y a continuación se debe superar el Barranco de El Mudo hasta alcanzar la población de El Palmar. Esta zona, conocida por su tradición agrícola, muestra terrazas realizadas en la ladera, muchas de ellas en uso en la actualidad.
Numerosos dragos (Dracaena draco) salpican el entorno haciendo las delicias del senderista, que ve como la dureza de kilómetros anteriores ha disminuido, alternando tramos de camino y senda de tierra con tramos de pista asfaltada o cementada. Como no podía ser de otra forma en esta etapa, un último barranco adornado con ejemplares de drago precede a la llegada del senderista al final de la etapa junto a la iglesia de Ntra. Sra. de la Luz en Santo Domingo de Garafía.
Perfil
(calculado según criterios MIDE para un excursionista medio poco cargado)
Destacados
Información adicional
Bosque de dragos de El Palmar
Los dragos, específicamente la Dracaena draco, son los árboles más representativos de la vegetación canaria llegando, incluso, a ser legendarios. Esta especie, en peligro de extinción, es típica del clima subtropical, siendo característico de la Macaronesia, donde se ubican las Islas Canarias, Madeira y Cabo Verde, encontrándose otras especies de este género en la costa occidental de África.
Estos árboles, conocidos por su tronco grueso y robusto, cambian su apariencia con la edad y su savia es única en el mundo vegetal, gracias a su tonalidad rojiza. Al florecer, muestran flores blancas y frutos rojo-anaranjados en las puntas de sus ramas.
Crecen principalmente en las zonas termófilas de la isla, en concreto en riscos y laderas inaccesibles con cierta sombra y humedad. Y, aunque en el pasado los dragos formaban densos bosques, hoy en día sus poblaciones son reducidas y dispersas, pudiendo encontrarse en barrancos e interiores del norte de La Palma. Por ello, este bosque de dragos es una joya natural que destaca la importancia de conservar la biodiversidad en la isla, además de formar parte del patrimonio natural único, a nivel mundial.
Los dragos tuvieron un significado muy especial para los benahoaritas, quienes les atribuyeron propiedades mágicas debido al intenso color rojo de su resina, conocida como "sangre de drago”, la cual fue utilizada con fines medicinales. Además, las hojas de drago se utilizaban para forraje, fabricación de cuerdas y otros usos tradicionales.