Red de Caminos
Naturales
Etapa 16: Son Bou – Cala en Porter
Descripción
Huertas aprovechando los barrancos
Esta etapa tiene dos tramos bien diferenciados. Al principio discurre por un paisaje rústico entre bosquetes, roquedos y acantilados que flanquean calas salvajes. Más tarde, por un entorno altamente antropizado durante muchos siglos, entre fincas agropecuarias y establecimientos de turismo rural, huertas cubriendo el fondo de los barrancos y terminando en la turística Cala en Porter. Durante la ruta se puede acceder, mediante un desvío, a uno de los poblados talayóticos más importantes de la isla: Torre d’en Galmés.
Partiendo de un aparcamiento a las afueras de Son Bou, se recorren unos pocos metros por la carretera que une esta población con Alaior antes de cruzarla cerca de un parque. Aunque a continuación se transita por una de las calles de la urbanización, se abandona en seguida para tomar un sendero que se adentra en un bosque mixto de pinos carrascos (Pinus halepensis), lentiscos (Pistacia lentiscus), acebuches (Olea europaea var. sylvestris) y encinas (Quercus ilex).
En ese momento comienza una subida, en algunos tramos sobre tierra compacta y en otros directamente sobre roca, que busca rodear por el norte las Penyes d’Alaior, uno de los acantilados más altos del litoral sur de Menorca. Durante el ascenso, cuando la vegetación lo permite, se tienen buenas vistas de la playa de Son Bou, apreciándose incluso el recinto de la basílica paleocristiana. Bastarán 300 m de subida para que la ruta se encuentre con el barranco de Llucalari. Desde aquí, se desciende por la ladera oeste de su valle, entre altas paredes de roca, hasta llegar a la cala del mismo nombre. Se trata de una playa de cantos rodados, casi salvaje, flanqueada por altos acantilados.
Para abandonar este paraje Llucalari se debe remontar la ladera este de otro de los barrancos que desembocan en la cala. El entorno vuelve a ser similar al de la salida de San Bou, un bosque mixto sobre un sendero algo accidentado. Después de casi un kilómetro de subida un poco exigente, se aprecia un importante cambio de paisaje, con el bosque abriéndose cada vez más hasta que apenas son árboles dispersos en extensos pastizales divididos por muros de piedra. La salida del barranco también supone abandonar los límites del LIC/ZEPA Son Bou i barranc de sa Vall.
Durante el siguiente kilómetro, el camino discurre pegado a uno de esos característicos muros de piedra y cruzando algunas barreras que, como viene recomendándose a lo largo de toda esta guía, hay que dejar debidamente cerrada. La zona es casi llana y atraviesa franjas de pastos y cultivos salpicados de ejemplares de pinos y acebuches. Posteriormente la ruta hace un giro hacia la derecha para encontrarse con una carretera asfaltada que lleva hacia Alaior.
Será necesario recorrer unos 700 m por esta vía, en dirección este, así que, aunque no es de esperar mucho tráfico, conviene estar muy atento, ya que antes del punto en que se accede al asfalto hay una curva con poca visibilidad. Al cabo de un rato el senderista abandona la carretera por un sendereo, más estrecho, situado a mano derecha y que conduce hasta una pasarela sobre el barranco de Torre Vella y, a continuación, hasta una pista de buen ancho entre muros de piedra.
Esta pista, si se toma en dirección noreste, lleva hasta uno de los yacimientos talayóticos más importantes de Menorca, Torre d’en Gamés, a cuya entrada se llega tras un kilómetro de cómodo paseo. Este poblado talayótico asombra por su extensión y por su localización, ejerciendo su dominio sobre toda la zona. Cuenta con un centro de interpretación y está musealizado, con rutas marcadas y paneles informativos sobre el uso y ocupación de las diferentes estructuras que forman el conjunto.
Pero antes de llegar a Torre d’en Gamés, tras recorrer unos 250 m desde el cruce con el Camino Natural, se puede seguir descubriendo la prehistoria menorquina en otros dos yacimientos que se encuentran uno justo al lado del otro. Por un lado, está el sepulcro megalítico de Ses Roques Lises, una cámara funeraria comunitaria en forma de caja construida con grandes losas de piedra y que se encontraba cubierta por tierra y piedras dándole aspecto tumular. Apenas 50 m al suroeste del sepulcro se encuentra el monumento megalítico de Na Comerma de sa Garita, un gran recinto con varias estancias único en la arqueología menorquina, pero del que se desconoce la función o datación exacta por no haber sido excavado.
Retomando el Camí de Cavalls, se prosigue por la pista que lleva a Torre d’en Galmés en dirección suroeste, escoltados entre muros de piedra. En este lugar se distingue, adosado al muro de la izquierda, uno de los tradicionales aljibes utilizados tradicionalmente para el aprovechamiento del agua de lluvia. Un poco más adelante, se deja esta pista atravesando una barrera menorquina situada a mano izquierda, abriéndose la vista a una explanada sembrada de cereales. Esta panorámica dura poco, ya que el camino se vuelve a internar entre muros de piedra, acompañado de un arbolado cada vez más denso a medida que se interna en un ramal occidental del barranco de Cala en Porter. Las frondosas ganan mayor presencia en detrimento del pino, sobre todo los acebuches, pudiéndose encontrar ejemplares de gran porte. La entrada en el barranco supone entrar también en un nuevo espacio incluido en la Red Natura 2000, el LIC/ZEPA Des Canutells a Llucalari.
Al llegar a la intersección con el valle principal del barranco de Cala en Porter el paisaje cambia sustancialmente, ya que el fondo de barranco está cubierto de cultivos, sobre todo huertas y árboles frutales, con los nísperos (Eriobotrya japónica) destacando entre los tonos verdes cuando su fruto naranja está maduro. También se evidencia la presencia del agua del barranco con la aparición de especies como carrizos (Phragmites australis), espadañas (Typha domingensis) o juncos (Juncus sp.).
La ruta, que se sirve ahora de un tramo de pista asfaltada, rodea unas casas y cruza el barranco para continuar por su ladera izquierda, dirigiéndose aguas abajo. Justo antes de cruzar el barranco destacan dos árboles de grandes dimensiones que reciben al viajero desde la parte izquierda. Se trata de dos ejemplares de pacanero (Carya illinoinensis), especie originaria de México que debió ser plantada por algún inmigrante. Junto a otros dos que están situados junto al curso de agua, son los únicos ejemplares de esta especie en la isla, y están declarados árboles singulares como los pacaners de s'Hort Squella.
Una nueva barrera, esta vez de doble hoja, será el punto por donde se abandone este tramo de asfalto para volver a un camino de tierra. Después de medio kilómetro, entre los terrenos cultivados a la derecha y el bosque y la pared del barranco a la izquierda, el camino asciende por la ladera. La pendiente es bastante considerable por lo que se han instalado unas escaleras de madera para facilitar la subida del excursionista. Esta exigente subida, de unos 150 m, se ve recompensada por las magníficas vistas del entorno, ya sea del fondo de barranco y su mosaico de cultivos, como de las paredes que lo flanquean, con numerosas cuevas y oquedades que sirven de refugio a los alimoches (Neophron percnopterus).
También en este punto se puede seguir conociendo más sobre las tradiciones agrícolas de Menorca, llegándose hasta una antigua era. Estas infraestructuras circulares y empedradas se utilizaban para trillar las mieses, separando el grano de la paja, y se situaban en alto para valerse del viento en los trabajos que se realizaban.
Unos metros más adelante es momento de emprender de nuevo el descenso hacia el barranco, apareciendo en ocasiones la roca desnuda y sus abrigos y oquedades a mano izquierda. La sinuosidad de este tramo ha hecho necesaria la colocación de talanqueras a la derecha para proteger al viajero de posibles caídas. Tras algunas revueltas para reducir la pendiente de la bajada, se alcanza una pista junto a los edificios de una explotación agraria y un pozo con abrevadero de ganado tradicional.
Hay que continuar la pista en dirección sur durante un kilómetro, de nuevo con el mismo paisaje de cultivos a un lado y frondosas silvestres al otro, entre las que destaca un lentisco de porte arbóreo y grandes dimensiones, también declarado árbol singular. La pista desemboca a las afueras de la urbanización de Cala en Porter, cerca del aparcamiento de la playa, donde concluye esta etapa del Camino Natural. La playa, de aguas claras y arena fina, queda tan solo a 250 m.
Enlaces de interés
Perfil
(calculado según criterios MIDE para un excursionista medio poco cargado)
Destacados
Usos tradicionales del paisaje: el barranco de Cala en Porter
Con doce kilómetros de largo, el barranco de Cala en Porter es el más extenso de los barrancos del sur de la isla y el más largo de todo Menorca después del barranco de Algendar.
La presencia de un curso de agua constante y la protección que ofrecen las altas paredes del barranco, promovieron el uso del barranco por parte de los humanos desde la antigüedad, como lo atestiguan los huertos y cultivos frutales situados en el cauce del barranco y en las terrazas. Esta actividad determina, aún hoy día, el paisaje del barranco de Cala en Porter.
Poblado Talayótico Torre d’en Galmes
Es el poblado talayótico en mejor estado de conservación de Menorca y, al mismo tiempo, uno de los más extensos de las islas baleares. Este poblado pertenece al periodo talayótico final, siglos V-I a. C. y en él se puede observar una muralla que, según los estudios realizados, rodeaba y protegía el poblado.
La construcción icónica de estos poblados y que da nombre a esta cultura son los talayots, construcciones con forma de torre primitiva, normalmente redondeada, con funciones defensivas, concretamente de vigilancia, aunque no se tiene la certeza de que fuera su única función. Torre d’en Galmes posee tres talayots.
Desde esta localización, se divisa la zona central de la costa sur de la isla, por lo que la ubicación del poblado no fue casual. La agricultura y la ganadería de sus pobladores se realizaba en el entorno cercano al poblado, teniendo además conocimiento de astronomía, como así lo demuestran la orientación sur de las puertas de las viviendas, evitando así el viento de tramontana, y la celebración de diversas ceremonias venerando a diferentes dioses.
Destaca en el poblado el recinto de la taula, con fines religiosos y con la característica construcción en forma de T formada por dos grandes losas de piedra que, debido a su enorme peso, entraña grandes dificultades para su manejo con las técnicas disponibles en la época.