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Cascante
A algo más de 100 kilómetros de Pamplona se ubica Cascante, una pequeña localidad navarra levantada sobre los restos de un antiguo poblado celtibérico conocido como Kaiskata, como así atestiguan algunas monedas que ellos mismos acuñaban.
En el año 76 a. C. bajo el mando de Sertorio fue arrasada, para posteriormente reedificarla bajo la denominaron Cascantum, albergando una mansio o parada de la vía romana que unía Asturica Augusta (Astorga) y Tarraco (Tarragona).
Sin vestigios de la cultura musulmana, lo que sí se sabe con certeza es que estas tierras contaron con una importante comunidad cristiana alrededor del año 465, perteneciendo a distintos linajes a lo largo de su historia.
Entre su patrimonio encontramos la iglesia de la Victoria, de estilo gótico renacentista, con una sola nave dividida en dos tramos, cabecera pentagonal, cubiertas con bóvedas gallonadas y capillas laterales entre los contrafuertes. En su interior alberga un retablo mayor de estilo manierista del siglo XVII, que cobija una talla de la Virgen de la Victoria y otra de Cristo crucificado.
Por su parte, la parroquia de la Asunción fue construida en el siglo XVI sobre una antigua sinagoga. Levantada en el siglo XX tras un incendio, cuenta con una planta original de salón con tres naves de cinco tramos, cabecera poligonal y bóvedas en terceletes sobre pilares cilíndricos. Alberga, además, una colección de pinturas del siglo XVI, entre las que destaca la Tabla de la Asunción, y la escultura, de estilo naturalista, del Cristo de la Columna, datado en el XVII.
Pero sin duda, su monumento principal es la Basílica de Nuestra Señora del Romero, que se alza en la zona más alta del casco urbano, conectando con éste mediante una galería de ladrillo porticada de estilo barroco con treinta y nueve arcos de medio punto apoyados sobre pilares.
El actual templo barroco reemplaza a Santa María extramuros, una primitiva iglesia románica del siglo XII que quedó destruida tras un incendio. De la antigua construcción se reaprovecharon algunos elementos como la capilla gótica de San Marcos Evangelista, en la que se guarda el retablo gótico original del siglo XVI y una talla románica en madera policromada, representando a la virgen del Romero entronizada con el Niño.
La basílica tiene tres naves con capillas situadas entre los contrafuertes, transepto, altar mayor con camarín anexo y sacristía adosada al presbiterio.
Entre la arquitectura civil sobresale el palacio barroco de los Bobadilla. Un edificio de ladrillo con tres cuerpos, el principal con balcones y el superior con arquerías ciegas. La portada está presidida por el escudo, en alabastro, de la familia aragonesa de los Antillón.
El visitante no debe perder la ocasión de disfrutar de una hermosa panorámica de todo el valle del Queiles desde el mirador del Parque del Romero, donde también se halla el Museo etnográfico de la villa.
Por otra parte, la situación de Cascante, entre el Parque Natural de Bardenas Reales y la sierra del Moncayo, permite disfrutar de múltiples espacios naturales como la Laguna de Lor, a tan solo 3 kilómetros de la población, un entorno especialmente concebido para el avistamiento de aves.
La localidad fue durante muchos años la más industrial tras Tudela, pero en la década de los 2000 se cerraron varias fábricas. La agricultura ha sido siempre importante para Cascante, siendo el llamado “oro blanco” (el espárrago) el principal cultivo junto a la vid y el olivo.
De sus fiestas destaca la romería al Cabezo de la Cruceta, en el mes de mayo, en la que los lugareños se suben a carros, carrozas o carromatos, especialmente engalanados para la ocasión y suben hasta una cruz de 20 metros de altura situada en el cerro llamado “el cabezo”, donde se bendicen los campos en busca de buenas cosechas.
Las fiestas patronales se celebran en honor de la Virgen del Romero y el Cristo de la Columna a principios de septiembre.