Puntos de Interés
Culture
Almacenes Real Compañía de Canalización del Ebro
En el año 1852 se constituía la Real Compañía de Canalización del Ebro como sociedad anónima. Su propósito principal era permitir la navegación a vapor en el río Ebro. Para ello contaron con la colaboración de varios ingenieros de origen francés, para la elaboración del proyecto técnico. La iniciativa de canalización y navegación del Ebro, daría sus primeros pasos mucho tiempo antes, con la llegada del inglés Juan Enrique Misley, precursor de la creación de la Sociedad para la navegación del Ebro con vapores.
Para hacernos a la idea de la envergadura de este proyecto se podría indicar que la iniciativa era similar a las empresas de construcción de ferrocarriles que se desarrollaron a lo largo de todo el siglo XIX.
Su filosofía se basaba en combinar la navegación marítima con la fluvial e incluso con la terrestre en aquellas zonas donde fuese necesario. Dentro del proyecto estaba previsto igualmente utilizar, para alimentar los vapores, el carbón proveniente de Mequinenza.
Los inicios serían duros porque las inversiones planteadas no terminaban de materializarse, pero, a partir de 1847 se iniciaron las obras más importantes de toda la historia del río, al frente de los ingenieros franceses Job y Leferme, al que se les unirían diversos compatriotas a lo largo de los años. De esta manera se consiguió nueva financiación francesa e inglesa y constituyéndose la sociedad anónima que se embarcó, y nunca mejor dicho, en unas importantísimas y faraónicas obras en el Ebro para poder hacerlo navegable.
Para hacer realidad este sueño, los primeros pasos pasaron por construir de nueva fábrica el canal de Amposta a San Carlos, aprovechando el trazado existente. Posteriormente comenzó la enorme labor de revestimiento de diques, fabricación de escolleras y construcción de torreones para facilitar el tránsito de las embarcaciones.
Después, para promover el transporte de mercancías y pasajeros se levantaron dos embarcaderos situados el primero de ellos en Escatrón y el segundo, cerca del de Caspe. Estos almacenes corresponderían a parte de la infraestructura levantada en Escatrón y fueron utilizados para almacenar mercancías, así como todo tipo de maquinaria utilizada para llevar a cabo de navegación así como la gestión de mercancías y pasajeros.
Los primeros vapores comenzarían a navegar por el Ebro en 1857. Diez años después, en 1868, la compañía atravesó una profunda crisis económica que le obligó a bajar enormemente sus precios para atraer mercancías y viajeros. Sin embargo, poco se pudo hacer y, además, la llegada del ferrocarril supondría el fin de la navegación fluvial y la quiebra de la Real Compañía de Canalización del Ebro en 1868.
Este hecho obligó a la empresa a reorientar su actividad para poder sobrevivir. En este caso, sería el riego, encargándose a partir de entonces de la construcción y explotación de este tipo de infraestructuras en el Delta del Ebro transformándose en la compañía de Administración de Riegos con sede en Tortosa hasta el año 1966.